11 de agosto de 2014

La CTEP: una realidad efectiva

En la "Confederación de Trabajadores de la Economía Popular" convergen diferentes realidades laborales: cooperativistas de Argentina Trabaja, cartoneros, trapitos, empleados de empresas recuperadas, campesinos de la agricultura familiar. Un acercamiento a la economía social.

Por Luciana Sousa para Agencia Paco Urondo: http://bit.ly/1sNnQh0

En la CTEP convergen un conjunto de experiencias territoriales, muchas de ellas preexistentes, que encuentran en esta herramienta un marco de unidad, solidaridad y organización con otros compañeros de la clase trabajadora.

Esta propuesta reúne actividades diversas. Las más conocidas son las cooperativas del Plan Argentina Trabaja, que ya cuentan con más de 150 mil trabajadores registrados y una fuerte organización, apoyada por el Ministerio de Desarrollo de la Nación.

Pero en la CTEP también se encuentran otro tipo de experiencias. Una de las más consolidadas es la de cartoneros y, en particular, la de la cooperativa Amanecer, que nuclea entre 2000 y 3000 compañeros. Los compañeros se vienen organizando desde 2001 y han logrado, año tras año, diferentes conquistas. A partir de un convenio con el Gobierno de la Ciudad, realizan los recorridos en micros propios. Asimismo, los cartoneros, a los que ahora se llama “recicladores”, han ido consolidando un sistema de guarderías de tiempo completo para que sus hijos no tengan que hacer el recorrido con ellos. Además, el Gobierno de la Ciudad, que quiere evitar que anden con carros por la Ciudad por una cuestión de imagen, implementó un nuevo sistema de “Campanas Verdes”, donde los compañeros acumulan lo que recuperan. Así evitan negociar el precio de lo que recogen y reciben un sueldo fijo, al que se le suma un plus de acuerdo al volumen de material acumulado.

Desde el año pasado, y a partir de una capacitación en el Centro Metropolitano de Diseño, se creó la cooperativa “Tras cartón”, mediante la cual un grupo de compañeros diseñan y comercializan objetos realizados en base de cartón. Uno de los trabajos más interesantes fue su participación en el proyecto UBA Verde, para el que diseñaron cestos de cartón para reciclaje que ya están disponibles en las Facultades de Psicología y Veterinaria.

Otra experiencia paradigmática es la de la cooperativa de artesanos El Adoquín, que desde hace cuatro años organiza su trabajo en torno a la lucha por el espacio público en San Telmo. Los feriantes, en su mayoría productores de aquello que venden, se organizaron contra los intereses inmobiliarios y financieros de este barrio, que en los últimos años ha crecido y fortalecido como una de las principales atracciones turísticas de la Ciudad.

El espacio público es el último eslabón de la cadena de producción del artesano, sostienen desde la cooperativa. Por eso su organización implica un debate acerca de la propiedad y el poder sobre este recurso, en lo que los compañeros entienden como el escenario donde se dirime una batalla de clases.

En 2013 la cooperativa reunía alrededor de 200 trabajadores. A partir de un operativo del Gobierno de la Ciudad, y la solidaridad de más de 300 compañeros de la provincia de Buenos Aires que formaron un cordón humano en las cuadras donde venden sus productos los artesanos, la cantidad de cooperativistas se ha duplicado, y hoy alcanza los 400 trabajadores.

Mercados Populares

Por otra parte, la CTEP mantiene una importante política de mercados populares, que ya están consolidados en varios distritos provinciales, como San Martín, Varela, Lomas, San Fernando, Vicente López, Avellaneda, Quilmes, La Playa y Moreno, entre otros. La propuesta varía en cada caso, pero con una regularidad semanal ofrecen productos en almacenes populares, ferias, y camiones de la economía popular, que refuerzan la oferta de la feria con pasta y pescado a bajos precios. Los productos se compran al por mayor junto con el Mercado de Lomas y el de Morón.

Desde este año, también funcionan en varias comunas de la Ciudad de Buenos Aires (en la Villa 21 y en Barracas, Comuna 4; en la Plaza Montserrat de la Comuna 1; en Floresta, Comuna 10; y en el barrio Los Perales, Comuna 9). Organizados por la CTEP-Evita y los vecinos de los barrios, estos espacios ofrecen desde productos de la canasta básica hasta alimentos de elaboración campesina.

La experiencia, en cada caso, es diferente, porque cada distrito cuenta con características socioeconómicas particulares. Sin embargo, lo que hace que le otorga sentido a la feria no es solo ofrecer productos a un precio justo que contribuya a la desconcentración de los grandes monopolios económicos que afectan directamente al bolsillo de los trabajadores, sino que el mercado funciona como un principio de organización y solidaridad entre los puesteros y feriantes. El valor principal es el trabajo como eje organizador.

Tarjeteros

Desde hace poco más de un año, en Villa Ballester, comenzaron a organizarse como cooperativa los tarjeteros (tradicionalmente conocidos como “trapitos”), frente a una ordenanza del municipio que proponía poner parquímetro en su lugar. Si bien hay 100 compañeros organizados formalmente en el distrito, se están sumando otros 300 tarjeteros de Vicente López, Tres de Febrero y San Martín.

A pesar de la estigmatización de esta actividad, los trapitos de Ballester lograron “institucionalizarse”; están registrados en el municipio, tienen monotributo social y organizaron un sistema de capacitación y de horarios. Este sistema contempla una política solidaria para que los compañeros que se enferman o están en situación de mayor vulnerabilidad tengan garantizado el plato de comida todos los días.

Compran una tarjeta en el municipio, que cuesta $5 (tienen una ganancia de $1,80) y ya avanzaron en un sistema para evitar su falsificación. A partir de la experiencia de estar constantemente en la calle, se han ido acercando a los vecinos, rompiendo el prejuicio que existe sobre ellos y ganándose el respeto del barrio y el reconocimiento al esfuerzo de los compañeros por salir adelante.

Campesinos

Los trabajadores campesinos integran la CTEP a través del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) que convoca alrededor de 200.000 productores distribuidos en todo el país. A través de coordinaciones provinciales, los campesinos organizan en cooperativas la producción y comercialización de su trabajo, para sostenerse frente a las grandes corporaciones agrícolas que concentran la tierra y hegemonizan cultivos para exportación.

En provincias como Santiago del Estero la gestión del MNCI permitió aumentar el porcentaje de tierra reconocida a las comunidades campesinas. En esa provincia, además, funciona la primera universidad rural.

Empresas recuperadas

Las empresas recuperadas también tienen un lugar en la CTEP, representadas por Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Los trabajadores de estas cooperativas afirman que “son hermanos mayores” del resto de los compañeros, dado que vienen de la organización del trabajo formal. Son, dentro de este esquema, casos paradigmáticos la fábrica recuperada IMPA o el frigorífico SUBPGA.

En ese sentido, la conducción obrera y cooperativa pudo hacer lo que muchas empresas de propiedad privada no podían garantizar, como aguinaldos, obra social, vacaciones, etc. La gestión comunitaria de los recursos recuperados por los trabajadores demuestra de esta manera, no solo su eficacia y eficiencia, sino la voluntad de asumir la responsabilidad histórica de hacerle frente a la realidad sin dejar de lado la solidaridad y el compañerismo, haciendo especial hincapié en la dignidad del trabajador y sus derechos.

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