22 de marzo de 2015

24 de marzo - 30 mil compañeros y compañeras presentes, ahora y siempre

El 24 de marzo de 1976 la dictadura cívico militar más sangrienta que conociera la historia argentina inaugura su itinerario de terror y muerte, sistematizando la represión que ya desde 1974 se había cobrado más de 2000 vidas a manos de grupos paraestatales.

Más de 500 Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio fueron el soporte material para secuestrar, torturar, desaparecer y asesinar a miles de compañeros y compañeras. Treinta mil detenidos desaparecidos, miles de presos políticos, apropiación de niños, exilio externo e interno, y numerosas secuelas en el plano político, social, económico y cultural fue el saldo que dejó la larga noche de horror que asoló a nuestro Pueblo en aquellos años. 

Al amparo y con la complicidad de grupos empresarios civiles y de la cúpula eclesiástica, la Dictadura sembró desolación y muerte para imponer un modelo económico de exclusión sin precedentes en beneficio de las corporaciones y los grupos del privilegio.

La desaparición forzada fue la metodología utilizada para asegurar sus resultados, y su trascendencia, si bien generó un cierto disciplinamiento social, también hizo posible la gestación de una resistencia irrefrenable, directamente proporcional a la magnitud del genocidio. 

El Movimiento de Derechos Humanos fue puntal en la lucha contra la impunidad y el olvido, y tras sus banderas fue armándose el rompecabezas de la masacre, agrietando el muro de silencio impuesto salvajemente, dibujando ventanas y construyendo puentes que finalmente nos permitieron arribar a este presente. 

Fue necesario voluntad política y cierta porfía, esa con la que Néstor Kirchner en 2003 nos enamoró, para que el grito de “juicio y castigo a los culpables” dejase de ser una consigna que se ahogaba en nuestras gargantas.

Alguna vez alguien dijo que la celebración de la memoria es también una celebración del mañana y esta singularidad es la que nos permitirá que en ese mañana no se vuelvan a repetir aquellas pesadillas.

Sin embargo por estas horas una fuerte inquietud invade, cuanto menos, a quienes venimos participando como querellantes en las causas de lesa humanidad, a las víctimas del terrorismo de Estado y a los Organismos de Derechos Humanos. Las últimas resoluciones de algunos tribunales parecieran querer cercar los procesos de Verdad y Justicia. 

En este escenario se torna indispensable articular entre todos, distintas estrategias para enfrentar la ofensiva facciosa de un poder judicial que alienta poner en reversa lo que ha costado tanto enderezar. Una ofensiva, que muestra la intencionalidad de limitar y aún clausurar, a como dé lugar, estas causas.

Aquel poder económico que se apropió de bienes públicos y privados a través del saqueo, la venta vil y la cesión bajo tormento, también prestó sus servicios, delatando, mandando a perseguir, secuestrar, desaparecer y asesinar a delegados obreros y trabajadores que resistían sus prácticas predatorias. Ford, Mercedes Benz, Astarsa, La Veloz del Norte; Ledesma, son sólo algunos ejemplos de ese universo de empresas “autoprotegidas” cuyos directivos fueron señalados por sobrevivientes y familiares como responsables de ese arrasamiento. Así, algunos fueron llevados ante los tribunales. 

Pero el poder económico y sus cancerberos, no están dispuestos a responder por sus crímenes. Sus escribas han comenzado a hablar por sus sentencias.

Basta con repasar la insólita negativa de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a considerar los crímenes cometidos contra soldados conscriptos durante la guerra de Malvinas como delitos de lesa humanidad; la falta de mérito decretada a Vicente Massot en Bahía Blanca, y recientemente al jefe de redacción de la Editorial Atlántida, Agustín Botinelli; el sobreseimiento del ex secretario del juzgado federal de Bahía Blanca Hugo Mario Sierra; las excarcelaciones ordenadas y el otorgamiento de prisión domiciliaria a condenados en los juicios llevados a cabo en la provincia de Tucumán; la falta de mérito dispuesta por la Cámara Federal de Casación en beneficio del empresario Carlos Blaquier y del ex administrador de la firma Ledesma, Alberto Lemos;, la negativa del juez Julián Ercolini de llamar a indagatoria a los responsables del desapoderamiento de la empresa Papel Prensa; y las dificultades que a diario advertimos para avanzar en la investigación de las complicidades civiles en general, para concluir que hay un acompasado reacomodamiento de parte del poder judicial que hoy fomenta aires de cambio. 

Han de saber que no estamos dispuestos a tolerar el retorno a la impunidad con que algunos se esperanzan. Nuestro deber es advertir estas tropelías y señalar a sus responsables. Desnudar al príncipe refugiado en las molicies de una corporación que debe ser expuesta a la luz pública. 

Esa facción no es anónima, tiene nombres y apellidos, algunos vienen de los tiempos, otros fueron seleccionados en democracia, sin embargo ambas especies siguen una lógica que se identifica en esa impunidad con la que deciden. 

Será la hora de abrir otra grieta, como antes lo hicieran la Madres, las Abuelas, los Familiares, el Movimiento todo de Derechos Humanos. Requerirá también de voluntad política para que estos esbirros no cumplan el plan trazado por sus mandantes. Es responsabilidad de nuestra generación no legarle a nuestros hijos un camino transitado a medias. Que lo sepan, no habrá vuelta atrás. No cejaremos porque nuestra fortaleza está en la razón que nos inspira.


¡30.000 compañeros y compañeras Presentes, Ahora y Siempre!


Eduardo Tavani - Secretario de Derechos Humanos del Movimiento Evita Capital


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